Ibrahim Ferrer en Argentina |
Por:
Raúl Quevedo
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A
Obras fui más que para luego escribir una nota, con la atención
puesta para poder contar lo escuchado, ser la oreja de tantos que
no llegaron a los 35 mangos para asistir con mas justicia que muchos
que con perfume importado había cerca mío en la platea
y no sabían bien de que se trataba. Es la música Cubana.
Es el mensaje que desde la Isla se envía: acá estamos;
a cuarenta años de bloqueo le contestamos con esto!!! cuero,
cuero, cuero!!! Sus mejores representantes en escena. Su inteligente
director musical Demetrio Muñiz, el incomparable Ibrahim
Ferrer, el excepcional pianista Robertico Fonseca, el tremendo trombón
del negrazo Jesús “Aguaje” Ramos, el toque sutil,
inteligente, fino, de Javier Zalba en los saxos, que decir del Guajiro
Mirabal, de Cachaito con sus dedos de acero. Al escribir con tanto
adjetivo se corre el riesgo de en un momento quedar corto o pasar
a la exageración, al grado superlativo de la palabra. Nada
de esto es posible cuando fluye el recuerdo de esta espectacular
Big–Band renovadora del concepto Buena Vista Social Club,
novedosos arreglos donde es necesario, en otros momentos como me
reconoció Demetrio Muñiz: “nada, no hace falta
agregar ni sacar nada”. Ejemplo: el bolero Como fue, “Ernesto
Duarte ya hizo todo, todo, y tan bien que agregar algo quizás
lo estropee”. Esto es estar en todo sin invadir nada. Un concepto
jazzistico sobrevuela en todo momento “Hyde Park Mambo”
del propio Demetrio Muñiz, tema de apertura, anuncia lo que
está a punto de suceder. Acordes más amplios para
un mayor lucimiento en los solos, ir por arriba de tónica
y dominante: connotación jazzistica.
Entra
Ibrahim, Bruca Manigua estalla con novedoso arreglo que no rompía
el estilo del canto pero si de la música, era más
que el tiempo compuesto del original. ¿Como está Ibrahim?
bien, muy bien, con una voz nítida y que llega a los agudos
sin esfuerzos y baja para ahuecar como en los boleros con total
naturalidad. El arte de la improvisación, la màs difícil,
lo mantiene creativo, rápido, ocurrente, sobre todo en Boquiquiñé
(tema que le pertenece), La música Cubana, Hay que entrarle
a palos a ese, Buenos Hermanos, el aquelarre del tema de Faustino
Oramas Oye el Consejo, que se extiende en el soneo todo lo que considera
necesario para delirio del público y para el dejar hacer
de Demetrio que cada tanto lo mira de reojo mientras él también
hace coros, más el previsible bis de Candela. Los boleros
son el momento más sublime en el decir de Ibrahim: Naufragio,
Perfume de Gardenias, Fuiste Cruel y la obra maestra Como Fue. El
público insistía con Dos Gardenias siento una mejor
interpretación en Como Fue (no por el sentimiento, sino por
los recovecos del tema), personalmente puedo prescindir de Dos Gardenias.
El público no. Todos los temas dentro de la concepción
de su director sirvieron para el lucimiento de los solistas, en
Buenos Hermanos el solo de saxo soprano de Javier Zalba demuestra
por qué prepara un concierto con la Sinfónica de la
Habana, emotiva su intervención, lo mismo que la apertura
en flauta del homenaje a Rubén Gonzalez, dos solos, dos marcas.
En este
homenaje tomó la dirección Jesús Ramos en el
trombón (majadero) que utilizó uno de los puentes
del Danzón para mandarse con la intro de Over the Rainbow,
una impronta brillante, el terciopelo, la tersura apropiada para
respetar absolutamente los tiempos de esa balada ¡¡genial
Aguaje!!! sin caer en la tentación de convertir al tema en
cha –cha – cha por ejemplo, uno de los lugares comunes
de la música. Balada, punto. En Perfume de Gardenias el paso
adelante con su tenor lo dio Jimmy Jenk, si algo le hacía
falta a ese bellísimo bolero era eso, ese saxo, ahí
estuvo ¡¡¡y como!!! “La Música Cubana“
sentido homenaje a los grandes destaca a Roberto Fonseca. No tengo
adjetivos para calificar a este solo, puedo decir que Fonseca hizo
brillar ese piano de cola, que algún distraído de
la platea dijo: “es para tanto”. En su grupo Temperamento
Fonseca dice a los gritos que es la figura más prometedora
de esa rica cantera que es la pianìstica cubana; en los tres
trabajos grabados con su grupo, lo comparte con Javier Zalba, se
puede apreciar en extenso lo que sintetizó en las dos magnificas
intervenciones solistas, más los acordes que ensambla permanentemente.
La intro a Dos Gardenias no tiene desperdicio con moños de
2 x 4. ¿Cuanto pasará hasta volver a ver en vivo un
tipo como Fonseca?
Boquiñeñè
es para la percusión Ángel Terry (me dijo que no tiene
nada que ver con Don Pancho Terry, de la dinastía Terry)
Alberto Hernández. No quiero terminar este comentario sin
resaltar a los coristas, novedosos arreglos vocales, tipo grupos
norteamericanos de los cincuenta (Como fue). Lázaro Villa
e Idaina Valdez, la belleza de esta muchacha despierta lo peor de
los mejores sentimientos, (hija de Amadito Valdez, además
participa entre otros trabajos en Bajando Gervasio de Amadito, Llegó
Tetè de Teresa Garcia Caturla), siendo sobresaliente su participación
en ese aspecto no quiero dejar pasar la oportunidad para dar otra
vuelta de tuerca con respecto al baile. Entre los presentes ¿habría
algún mambero/a? hubiese sido útil, así corrían
la voz de como se baila: que gracia, que soltura, que desplazamiento
de pies, que sincronizado, que lección para tanto tonto/a
que presumen de no se que. ¿Como se llama su baile? le pregunté
en camarines. Me miró medio raro: Cómo como se llama.
Sí, le digo, en uno, en dos. Se rió, Rumba, ¿le
gusta? Ah, ¡¡con razón!! Me sonrojé y
me fui. Me voy, me voy.
Ah, el
público bien, el calor se sentía de arriba hacia abajo
si bien es cierto $120 o u$s 40 es mucha plata eso no indica nada
más que hay billeteras que soportan -en la cabeza ni en los
pies nada– ese cimbronazo. Está visto que la gente
(concepto menemista de pueblo) necesita espectáculos de este
nivel que enriquecen el acerbo nacional ¡¡¡Oíd
mortales!!! jajajaja.
Junio
2004
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