Y
marzo comenzó con todo el folklore cubano en Salsamor
Disco; en un fin de semana signado por el sabor santiaguero,
la discoteca de Nuñez (Av. Cabildo y Congreso) no fue menos y ofreció
una noche de rumba y ensoñación a su clientela.
En
un marco saborizado a puro Cuba Libre y Mojito,
unas trescientas personas se deleitaron con la música tradicional
de Cuba; fue cuando el son se hizo protagonista de la fiesta, traído
de la mano de Ibrahim Ferrer Jr. y su Son Cinco.
El
típico sexteto oriental formó el ambiente a fuerza de guarachas,
congas, sones y guaguancó, y con ese misticismo antillano encendieron
la cadencia en los bailadores presentes.
Siempre me gustó - en lo personal - definir el son tradicional como
"el arte de combinar las sensaciones", y lo volví a reafirmar
cuando el quinteto que acompañó a Ibrahim hijo encabezado
por la melodiosa voz de Rafaelito de la Torre y conformado
por Fernando en la trompeta (Genial!), la cuota exótica del
tresero Eduardo, la percusión de "el Chivo",
y Carlos, director, arreglista y contrabajista, esparcieron
su arte sobre el escenario.
Resulta
casi imposible describir las emociones, sobre todo cuando es tal
la calidad de los ingredientes como los que condimentaron la noche
del pasado viernes que significó una fiesta para los sentidos, allí
en Salsamor Disco, donde el
público fue un cálido receptor de este género poco habitual para
el lugar (dentro de la música afrocaribeña) y el conjunto que además
de la ductilidad para seleccionar un repertorio acorde, se supo
amoldar al show significando un desafío salir de su habitat y público
acostumbrado, espontaneidad dual que a todas luces enriqueció la
fiesta.
La
excitación tuvo un desarrollo gradual, armónico y placentero, con
un sonido acústico que los cubanos cultivaron en forma soberbia,
lo que hizo que en la madrugada del sábado Nuñez haya "cogido
candela".
Marzo,
2002
Importante:
Se puede bajar y usar las fotos libremente
siempre cuando se cita AmericaSalsa.com
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