Willie Colón: arquitecto
de la salsa urbana
Desde
sus comienzos en la música, la imagen de Willie Colón
se asoció a la del chico intrépido, sagaz y temerario
que –a la fuerza– se abrió un espacio entre los
grandes nombres de la música caribeña, en el complejo
mundo del Nueva York de los años 60.
Ante la mirada atónita de los responsables del sonido latino
de esa época, el joven neófito era un "sin nombre",
una figura desconocida en los escenarios de la canción popular
y, particularmente, un músico de poca monta, extraño,
inexperimentado y forastero.
En sus inicios fue censurado por su estilo fuerte y estridente y
hasta llegó a ser acusado de inarmónico por quienes
ostentaban la veteranía en el ambiente de la música
latina.
Cuentan que su apodo de "El Malo" se asoció, en
primera instancia, al epíteto con el que se referían
a su capacidad interpretativa en el trombón cuando hizo sus
primeras apariciones en la grey musical, contando con sólo
quince años de edad.
De padres puertorriqueños, William Anthony Colón Román,
quien nació el 28 de abril de 1950 en el territorio del Bronx,
aprendió muy temprano en su adolescencia a discernir entre
las imágenes y adjetivaciones despectivas que se vertían
sobre la comunidad latina y la cruda realidad de los inmigrantes
de "La Gran Manzana".
Así, pronto convirtió su trabajo artístico
en el testimonio social más contundente vestido de sonoridad,
con letras memorables que narraron los detalles de las incidencias
de la marginalidad, el prejuicio, la pobreza y la miseria.
Aunque hubo otros músicos de la época que asumieron
la misma línea temática, nadie mejor que él
supo conjugar en armonías el sentimiento de desgarro y desamparo
de la diáspora.
"Su música refleja, a la vez, una lírica tradicional
rítmica y el llanto de adiós y esperanza de una nueva
generación, forzada a abandonar su tierra para congregarse
en la urbe estadounidense", comenta el escritor James Moreno.
Willie Colón es, sin duda, un pintor de los rostros de su
gente, un artista que plasmó en sus canciones –sobre
todo en su sonido fuerte– la conciencia de una generación
que exigía el respeto social y que luchó por la vindicación
de sus condiciones de vida.
Un
sabio entre los genios
El músico y arreglista Willie Colón dio sus primeros
pasos en las artes como trompetista hasta que descubrió la
fascinación del trabajo de Mon Rivera y los usos que éste
empleó con el trombón para la interpretación
de la bomba y la plena.
Su pasión musical, en cambio, la derivó de su abuela,
quien lo crió arrullándolo con las melodías
del cancionero popular puertorriqueño, presentándole
la fascinación de los ritmos típicos del país.
Temprano en el 1965, este joven intrépido se lanzó
a las calles a probar su talento, justo en la época de furor
de la música latina en Nueva York, donde dominaban Tito Puente,
Charlie Palmieri, Eddie Palmieri, Larry Harlow y Ray Barretto, entre
otros.
En 1967, cuando tenía 17 años de edad, se integró
al grupo de artistas que formaban parte de la peña de Jerry
Masucci y Johnny Pacheco y que fueron responsables de impulsar el
auge del nuevo sello discográfico que cohesionaría
la nueva expresión musical latina: la Fania.
La entrada de Willie Colón al grupo marcó el momento
más significativo de la salsa, en tanto fue el punto de partida
más impactante que desarrollaría la nueva expresión
salsera, en un intento por homogeneizar los trabajos que desde hacía
varios años se realizaban en el mundo latino de Nueva York,
como parte de una nueva propuesta sonora.
En ese contexto, la gloria de Willie Colón estribó
en su capacidad de elaborar el sonido preciso que identificó
el nuevo tiempo rítmico, que en su acepción sociológica
significó la representación latina. Nadie mejor que
él pudo armonizar las tendencias musicales del mundo anglosajón
con la "vieja" escuela latina del mambo, el son, la pachanga,
el cha-cha-chá y la guaracha, añadiendo la nostalgia
del sonido tradicional puertorriqueño, inscrito en la música
jíbara, la bomba y la plena.
El despegue del proyecto musical de Willie Colón se debió,
en gran medida, a su junte con el cantante ponceño Héctor
Lavoe, quien llegó a él por recomendación del
veterano músico Johnny Pacheco, y junto a quien creó
el binomio más importante de la salsa.
Junto al denominado "Cantante de Cantantes", elevó
su propuesta al máximo renglón de las escenas musicales,
sobre todo porque su asertividad al hilvanar un nuevo concepto musical
que combinó el tono pícaro e hiriente de la voz de
Lavoe y su apego a las melodías de la canción tradicional
boricua, con el interés del osado trombonista de proyectar
en su trabajo la evocación nostálgica del sonido de
las raíces de la música puertorriqueña, en
unión al sonido fuerte y agresivo del mundo urbano que los
abrigó.
Durante los siete años que duró la unión de
Willie Colón y Héctor Lavoe la salsa triunfó.
La receta del éxito fue trastocar los patrones rítmicos
establecidos para marcar el compás del nuevo tiempo de la
salsa, armado de composiciones modernas y matizadas por fraseos
y frases típicas del campesinado boricua.
Dueños de la malicia
"EL
MALO de aquí soy yo / porque tengo corazón",
así terminaba la letra del primer éxito de Héctor
Lavoe con Willie Colón, que sentó la tónica
en la carrera de este dúo neodinámico.
Esta imagen de "malo" los acompañó por más
de una década, ayudándoles a crear fama y sirviendo,
a la vez, de imagen de identidad del barrio puertorriqueño
en Nueva York, creándoles problemas en más de una
esquina.
Cuenta Colón que a mediados de los setenta tuvieron que apartarse
de esta percepción, porque todo el mundo quería pelear
con ellos en los bailes y, obviamente, ni él ni Héctor
tenían el físico para respaldarla. Se trataba de una
imagen funky que caló, porque la violencia es parte de la
cultura caribeña. Y fueron muchas las composiciones de Willie
Colón que pregonaban la competencia violenta en y por los
espacios latinos.
Pero "El malo" es singular, aunque su referencia estaba
en una de las parejas salseras más recordadas del ambiente
salsero: Willie Colón y Héctor Lavoe.
En este tema, que da vida a su primera producción discográfica
(1967), se trata de sentar pauta para la carrera de un joven de
poco más de quince años en la dura cultura comercial.
Colón quería ser fuerte y que los demás le
abrieran camino. Singularmente tuvo que buscar un cantante para
grabar el número y ahí llegó Lavoe, ¿sumándose
o compitiendo por la imagen de malo? Según la canción,
en el barrio no hay espacio para dos malos; así que queda
sugerido que, al menos en ese inicio, Colón y Lavoe competían
por el reinado.
Este binomio no fue sólo imagen. Se trata del grupo que creció
con el sello disquero de Fania y con la popularización del
término salsa para nombrar ese proyecto musical. Este dúo
es el más característico del género, porque
ninguno de ellos había sido famoso antes, ni había
grabado con ninguna gran orquesta.
La competencia, tal vez, se la hizo Larry Harlow, pero más
que el pianista de origen judío –quien se mantuvo muy
apegado al sonido cubano– el trabajo de Willie Colón
se distinguió por su mezcla rítmica de calipso, bomba,
plena, guaguancó, bugalú, guajira, mambo y jazz.
Curiosamente, también son reconocidos por su sonido jíbaro.
Esto, alegadamente, les facilitó su transición de
Nueva York a Puerto Rico. El metal ajibarado de las voces de Lavoe
y de José Mangual en el coro les daba a estos "locos"
de Nueva York pase de autenticidad para que la música de
los nuyoricans entrara al espacio radial de Puerto Rico.
Mirado desde el siglo 21, el viaje parece que fue fácil,
pero no podemos olvidar la dificultad que pasaron los puertorriqueños
de Nueva York en esos años para ser reconocidos como auténticos
boricuas.
Su pasaporte al mercado puertorriqueño lo lograron con el
disco "Asalto navideño" (1971), con el que el músico
"asaltó" la cultura nacional, proclamando la salsa
como música típica navideña.
Con frases como "aquí traigo la salsa" y "esta
Navidad vamos a gozar", los denominados chicos malos acentuaban
el desplazamiento de una comunidad y de un género, acer-cándose
a la cultura nacional con un lenguaje parecido al usado para "tomar"
las calles neoyorquinas. Esta vez, también diciéndole
a su público que "si se apura se muere", y alegadamente
con un poco más de humildad, pues "hay jíbaros
que saben más".
Una ruta de éxitos
EN
1967, Willie Colón visitó a Jerry Masucci y Johnny
Pacheco, propietarios del naciente sello discográfico Fania,
con una cinta que contenía varios temas que había
grabado con su grupo y, aunque se trataba de un novato muy joven,
los empresarios cedieron darle una oportunidad siempre que cambiara
su vocalista.
Para entonces, Pacheco había escuchado cantar a Héctor
Juan Pérez Martínez ("Héctor Lavoe")
en un baile en el club Tropicoro, ubicado entonces al sur de El
Bronx, y le propuso audicionar con el osado trompetista, armando
de esa forma un junte artístico que generó grandes
dividendos a la disquera y derivó en glorias para la salsa.
La historia de Willie Colón y Héctor Lavoe duró
siete años de ininterrumpidos éxitos y, aun cuando
se separaron en 1974, mantuvieron por siempre una estrecha relación
profesional y personal.
El tránsito en la ruta del éxito prosiguió
con la unión de Colón y Rubén Blades, cuya
gesta trastocó la salsa y mostró la amplia capacidad
del género para navegar por temas diversos, no importa el
tiempo de duración de las melodías.
Aunque Fania se opuso, en principio, al desarrollo de la propuesta
del dueto, atribuyendo dificultad en la venta y difusión
de temas que presagiaban monólogos, el resultado fue avasallador
en éxitos. Ese proyecto delineó, además, el
compromiso social de los artistas, quienes han permanecido, hasta
el presente, al frente de las filas que abogan por la justicia social
y la paz.
De esa manera, Willie Colón, que ha ganado once nominaciones
al premio Grammy y cuenta con quince discos de oro, cinco de platino,
ha logrado destacarse como líder comunitario en luchas a
favor de los derechos civiles de los latinos en Estados Unidos.
En su labor cívica, ha sido presidente de la Asociación
de Artes Hispánicas, miembro de la Comisión Latina
sobre el SIDA, miembro de la Fundación de Immigrantes de
las Naciones Unidas, presidente de la Coalición Arthur Schomburg
por un Mejor Nueva York, miembro del Directorio del Instituto Congressional
Hispanic Caucus, miembro fundador del Consejo Hispano de New Rochelle
(N.Y.) y miembro fundador del Comité del Sistema Judicial
de New Rochelle, entre otros organismos, según se desprende
de su página cibernética.
También ha sido activista político y se ha postulado
como candidato congresional por el Distrito de Nueva York, aunque
sin éxito.
Su desempeño social y político siempre ha ido de la
mano de su trabajo artístico, por lo que el músico
no ha cesado de producir, tocar y cantar. Su más reciente
presentación en Puerto Rico fue en 2003, con motivo de la
celebración de los 25 años del disco "Siembra".
En su extenso catálogo de producciones se destacan, entre
otros, los discos "Poemas de Benedetti" de Tania Libertad,
"Los olores del amor" de Amílcar Boscan, "Sophy
en Nueva York" de Sophy y "Caribe" de Soledad Bravo,
además de los trabajos hechos por Héctor Lavoe.
Espléndida trayectoria musical
Willie
Colón inició su historia discográfica en 1967
con el lanzamiento del álbum "El malo", un título
que representó la armadura de un proyecto musical a través
del que se vindicó la presencia latina en Estados Unidos.
La apariencia del "malo" fue el eje conceptual de los
primeros trabajos del músico, con la concurrencia de Héctor
Lavoe, y con el que intentaron rescatar el respeto para el latino,
cuya imagen era difundida por los circuitos de poder estadounidenses
con señas negativas, asociándolo al mundo de la delincuencia.
Los discos subsiguientes mantuvieron el mismo enfoque, exaltados
por los diseños de sus carátulas. "El buscón"
(1968) fue su segundo trabajo, seguido por "Guisando"
(1969), "Cosa nuestra" (1970), "Asalto navideño"
(1971), "La gran fuga" (1971), "El crimen paga"
(1972), " El juicio" (1972), "Lo mato" (1973)
y "El bueno, el malo y el feo" (1975).
Estas producciones estuvieron, a su vez, matizadas por canciones
que trataron temas de la marginalidad, con todo y sus señas
de peligrosidad, como se aprecia en "Lo mato", "Calle
Luna, calle Sol", "El día de mi suerte", "Se
chavó el vecindario", "Barrunto", "Piraña"
y "Todo tiene su final".
Destaca en sus trabajos, además, cierta nostalgia al haber
podido construir una sonoridad que, para los boricuas de Nueva York,
evocó el mundo campesino y romántico del país
que habían dejado atrás.
Para los puertorriqueños de la Isla el trabajo musical de
Willie Colón tendió el puente con la diáspora,
presentando un proyecto que, con sus fusiones, incorporó
el sonido de las expresiones musicales más autóctonas
de la tradición nacional. Así, la salsa de Nueva York
entró por la puerta ancha a la casa de los salseros de Puerto
Rico.
En 1973, el binomio Willie Colón y Héctor Lavoe se
disolvió, aunque el consagrado músico permaneció
en la dirección y producción de los discos en solitario
que hizo el "Cantante de cantantes", y en los que se mantuvo
la misma dirección lírica y melódica.
Mueve su trabajo al discurso social
En 1977, Willie Colón aseguró una vez más su
pase al éxito al conformar otro de los duetos más
impactantes de la historia salsera junto al cantautor panameño
Rubén Blades.
Este junte torció el rumbo del género al presentar
un proyecto musical con temas de alto valor social y político,
ceñidos en una especie de crónicas del mundo urbano
que, con letras de Rubén Blades, logró el éxito
más avasallador registrado hasta entonces en la salsa.
Willie Colón se mantuvo al frente de la dirección
y la producción de los discos, aunque, por primera ocasión
en la carrera del trombonista, incorporó a otro arreglista
musical a su grupo de trabajo, Luis Perico Ortiz, siendo éste
quien confeccionó el mayor de los logros discográficos
de la salsa: "Pablo Pueblo", que vendió 150 mil
copias en tiempo récord.
La figura de Luis Perico fue fundamental en el binomio Colón-Blades
al aportar las influencias de una nueva generación que saboreaba
el sonido de la expresión melódica comercial del mercado
anglosajón, sin abandonar la esencia del trabajo salsero.
Si el tema "Pablo Pueblo", contenido en su primer álbum
"Metiendo mano" (1977), fue un éxito, más
exitoso fue el segundo disco de la pareja, "Siembra" (1978),
que incluyó los temas "Plástico", "Buscando
guayaba", "Pedro Navaja", "Siembra" y "María
Lionza", entre otros.
Luego trabajaron la obra "Maestra vida I y II", "Canciones
del solar de los aburridos" y "The Last Fight", con
los que también rompieron niveles de venta.
A la entrada de la década de 1980, Willie Colón y
Rubén Blades se separaron. Mucho se ha especulado sobre las
razones de la ruptura del binomio, aunque ambos artistas han insistido,
por separado, quien los motivos del rompimiento tuvieron que ver
con el interés de impulsar sus carreras en solitario, con
nuevas ideas y nuevas perspectivas.
De hecho, Willie Colón ha reiterado en varias entrevistas
que la separación fue el resultado de su intención
de lanzarse como cantante, gesta que había iniciado en la
producción "The Good, the Bad and the Ugly" (1975),
en la que interpretó varios temas. A su vez, aprovechó
esa oportunidad para introducir en su música el sonido de
trompetas, saxofones y una guitarra eléctrica, lo que junto
a su distintivo trombón determinó la base melódica
de lo que fue su proyecto artístico en solitario.
Al paso de la década del 70, y mientras disfrutaba de los
éxitos acumulados junto a Héctor Lavoe y Rubén
Blades, produjo un álbum espectacular junto a Celia Cruz
en 1977, "Solamente ellos pudieron hacer este álbum",
recordado por los temas "Burundanga" y "Usted abusó".
Más adelante trabajó "Doble energía"
(1980) junto a Ismael Miranda, que despuntó con el éxito
"No me digan que es muy tarde".
Su primer trabajo en solitario fue "Solo" (1979) que destacó
con el tema "Sin poderte hablar", al que le siguió
el álbum "Fantasmas" (1981) que marcó historia
con los éxitos "Amor verdadero" y "Oh, ¿qué
será?".
En 1984 publicó "Mi sueño", seguido por
"Tiempo pa'matar", el mismo año, consolidando de
esa manera su espacio como solista salsero.
En 1995 Colón
fue el primer Latino de ser parte de la directiva nacional de ASCAP
(Sociedad Americana de Compositores, Autores y Editores). Sigue
siendo actualmente consejero de la Fundación ASCAP. En 1996 fue
nominado como unos de los 100 Hispanos más influyentes en los E.U.A.
por Hispanic Business Magazine. En 1997 Willie Colón aceptó ser
portavoz por la organización de ayuda y desarrollo internacional
CARE.
En
el 1997, Willie compuso y cantó el tema de una nueva novela mexicana
para TV Azteca que fue acompañada con un CD. El CD y la novela se
intitulan "Demasiado Corazon". Tambien participó en 30 episodios
de esta novela policiaca como el agente de la DEA, Feliciano Pintor.
Esto le dió la oportunidad de vivir en Ciudad Mexico por largo periodo.
En el 1998, Willie desarrolló el libreto y grabó el piloto para
un sitcom intitulado Willies Café. -- --En el 1999, Colón fue acudido
por la Delegación Jubileo 2000 ante el Vaticano junto Randolph Robinson
Presidente de Trans Africa, el economista de Harvard Jeffrey Sachs,
Bono de U2 y el famoso Quincy Jones. Esta iniciativa recibió el
endoso del Papa Juan Pablo II y más urgió al Presidente Clinton
perdonar la porción de EEUU de la dueda del tercer mundo. En Noviembre
del 1999 Willie Colón fue intitulado Dr. William A. Colón por un
Doctorado Honoris Causa de Trinity College en Connecticut. Este
premio es intitulado "El Arte del Valor", este es otorgado a artistas
que han hecho contribuciones socio-politicas.
En el 2000,
fue selecionado a presentarse en La Plaza del Zócalo de Ciudad Mexico,
para celebrar Sabado de Gloria ante un gentío de más de 100,000.
Colón también participó como estrella principal en la Regatta 2000
de Puerto Rico en Mayo arrastrando una sobre 125,000 personas en
el muelle del Viejo San Juan.
A
pesar de todos estos compromisos, Willie Colón le da una alta prioridad
a su esposa Julia y sus cuatro hijos y de cuando en sus otros interes
como la aviación (es un piloto privado con licencia) y la programación
de computadoras. Por su buena obra y sus mensages positivos Willie
se ha desarrollado en una voz socio-politica nacionalmente e internacionalmente
respetada. Sea la política de estadounidense o la local de Nueva
York, Ciudad México o el resto de América Latina y el mundo, su
opinion y apoyo son altamente solicitados.
Hoy en el 2001,
Willie es el primer Candidato Latino para el puesto de Defensor
Público de la Cuidad De Nueva York. Las elecciones son el 11 de
septiembre de 2001.
|