Tito Rojas es
un personaje vivaracho y gracioso. Su tránsito por los escenarios
musicales ha destacado no sólo por sus cualidades interpretativas,
probadas en treinta años de trayectoria, sino por ser poseedor
de una sapiensa callejera que lo identifica con la gente.
"Soy hombre de pueblo", goza en afirmar este salsero natural
del barrio Mariana de Humacao, donde nació el 4 de junio
de 1955.
Certero en sus aproximaciones a las incidencias cotidianas, el reconocido
"Gallo Salsero" es capaz de reírse de sí
mismo, reafirmando un sentido del humor que se hace imperante en
tiempos de desolación social.
Es común escucharlo pronunciar frases salpicadas de errores,
mas su candor lingüístico no es desidia, es, explica,
una manera de decir las cosas de la forma más "sencilla"
de entender, sin verbos rebuscados "que confundan" y procurando
sonar siempre natural y espontáneo.
Sus expresiones populares de "Dale pa' bajo", "Perdona,
sa'e", "Claro, bruto" y "Coge pa' tu casa",
entre otras, trazan el significado de una experiencia social interesante,
que llega hasta el agotamiento del verbo, elevando su espontaneidad
y su perpetua imaginación volcada en los parlattos de sus
canciones.
Perseveró en ser cantante
A sus 48 años de edad, Julio César Rojas López
ha cultivado una experiencia musical cuya raíz está
trazada en la música campesina y los boleros de tríos.
Recuerda que de niño aprendió a tocar sus primeros
tonos en la guitarra, incitado por sus abuelos. Con tan sólo
10 años, ya acostumbraba a interpretar música navideña
con sus hermanos entre las casas del barrio que le vio crecer.
Esa historia fue despertando su interés en hacer de la música
una carrera profesional, aunque la escasez de recursos económicos
en su familia llegaron a visualizar su curso por las artes como
un sueño.
"De muchachito tenía que ir al campo a trabajar. Siempre
trabajé con papi, cosechando ñame, plátano,
yautía y halando azá. Las cosas de la música
las dejaba para la escuela, cuando participaba en las fiestas que
las maestras hacían los viernes en los salones hogares",
narra el salsero.
Absorto por la música de vellonera de su época, fue
aprendiendo repertorio del cancionero romántico que luego
cantaba con sus amigos, imitando los fraseos del trío Los
Condes, Odilio González, Julio Jaramillo, Los Ángeles
Negros, Yaco Monti, Sandro, Julio Ángel y Los Tres Ases.
"Iba a la escuela con la guitarra y los muchachos se mofaban
porque, tú, sae' que en el pueblo vivían los riquitos
y yo era del campo, y no a todos los muchachos de mi edad les gustaba
la misma música que a mí", afirma.
Su tozudez en convertirse en músico lo llevó a participar
de todas las actividades artísticas de su escuela y hasta
llegó a formar parte de la tuna, en la que tocaba guitarra
y cantaba.
"En la escuela superior ("Ana Roque de Duprey" de
Humacao) tuve una maestra que me ayudó mucho, Misis Martínez.
Allí también estudié arte dramático
por tres años porque desde siempre me gustó eso de
llevarle alegría a la gente", asegura.
Concluido, sus estudios secundarios, Tito Rojas ingresó a
la Escuela Vocacional donde estudió barbería.
"No pude coger el examen de College Board porque no tenía
promedio, las notas eran bien malas, y fui a la vocacional. Allí
daban carpintería, hojalatería, albañilería
y electricidad, pero yo escogí barbería porque no
había que coger sol", comenta desplomándose de
la risa.
Del rock a la salsa
Curiosamente, su primera experiencia formal en la música
fue con el grupo The Amaral's como intérprete de rock and
roll mientras era estudiante. Allí cantó temas populares
del género que se escuchaban en la radio y hasta tuvo que
hacer vocalizaciones en inglés.
Esa etapa de su vida duró varios años, hasta que conoció
al músico Pedro Conga, quien lo invitó a integrarse
en su Orquesta Internacional como corista acompañando, la
mayor parte del tiempo, a los cantantes de las Estrellas de Fania
que venían a tocar a la Isla.
Tenía entonces 17 años de edad cuando le asaltó
la oportunidad de codearse con importantes figuras de la música
salsera, ocasión que le despertó su interés
por cultivarse en el género de salsa a sabiendas de que poseía
gracia y donaire para exprimir su talento.
Junto a Pedro Conga hizo su primer disco, "Mima la pululera"
(1972), trabajado para el sello Maví Records, propiedad del
empresario Rafael Viera, y con el que logró la admiración
de los melómanos con su interpretación de "Guaguancó
a Borinquen", "Mucho control", "Olvídate
de mí", "Tú perdida y yo gozando",
"Diadema de abrojos", "La humanidad", "Falsos
rumores", "Buscando fluidos", "Mima la pululera"
y "Obsesión", el famoso bolero del compositor Pedro
Flores.
"Estuve cinco años con Pedro (Conga), acompañando
a la gente de Fania y ésa fue tremenda escuela. Yo estaba
encargado de calentar el grupo con el repertorio que me habían
preparado hasta que llegaba la estrella", manifiesta.
De esa manera, Tito Rojas comenzó a codearse con los principales
salseros de la época: Ismael Miranda, Cheo Feliciano, Justo
Betancourt, Celia Cruz y Héctor Lavoe, entre otros.
Su permanencia en el grupo fue suficiente para ir cultivando un
estilo interpretativo e ir "agarrándole el piso"
al oficio. Fueron años de fogueo para el cantante en una
experiencia que le abrió las posibilidades para comenzar
a despuntar como vocalista en la lista de los salseros de enjundia.
Fue el matancero Justo Betancourt quien precisó la capacidad
y el talento del joven humacaeño y lo rescató de la
agrupación de Pedro Conga para integrarlo en su grupo Borincuba,
en 1977.
"Justo fue donde Pedro Conga y le dijo: 'Me voy a llevar ese
gallo'. De hecho, él fue el que me puso el nombre de 'Gallo
Salsero'. Mi participación en la orquesta era de corista
y maraquero pero tenía la responsabilidad de calentar la
banda cantando números bases como "Negra Tomasa",
"Milongo" y "Diadema de abrojo".
La experiencia como corista al lado de Justo Betancourt y el conjunto
Borincuba duró pocos años y se consignó en
dos producciones discográficas: "Distinto y diferente"
(1977) y "¡Presencia!" (1978).
En ese tiempo, Tito Rojas logró grabar sus primeras dos producciones
discográficas como solista, producidas por su también
compadre: "Borincuba con amor: presenta a Tito Rojas"
(1978) y "Borincuba aquí" (1979).
Sus expresiones populares llegan hasta el agotamiento del verbo,
elevando su espontaneidad y su perpetua imaginación.
DE VOZ áspera y profunda, Tito Rojas ha resaltado en el ambiente
salsero por sus modulaciones extensas y roncas, simulando el arrastre
de los versos, en abierto desafío a la eufonía.
Su imagen es la del hombre impetuoso, gallardo y bizarro que en
la interpretación de temas que cantan al amor y sus dualidades
ha incidido con fuerza en la salsa, manejando con agudeza la línea
fronteriza de la modalidad romántica y el sabor de antaño.
Una representación muy atinada a su apodo de "Gallo
Salsero", bautizado así por su compadre Justo Betancourt,
en alusión a las expresiones derivadas del mundo de la cultura
gallística, en la que el buen gallo de pelea –el gallo
casta'o'– no se huye, combate hasta el final y realiza las
más fieles representaciones.
Al paso de los años, el cantante ha evolucionado musicalmente,
realizando fusiones, interpretando rancheras, boleros y temas navideños,
sin apartarse de su sonoridad y enfocado siempre en complacer a
su público bailador.
La fuerza rítmica que evoca su presencia ha contribuido a
mantener viva la tradición de la mejor escuela salsera dentro
y fuera de Puerto Rico. De esa forma se convirtió en el primer
salsero en visitar Israel, el 10 de septiembre de 1998. Además,
es un ídolo en España y ni hablar de su arraigo en
Panamá, Colombia y Venezuela, méritos suficientes
para ostentar la titularidad de emisario salsero.
En sus treinta años de historia ha acumulado decenas de premios
y ha pisado los más distinguidos escenarios. Mas el éxito
no le ha robado ni un ápice de su sentimiento pueblerino,
esa enjundia de ciudadano común, de la esquina del barrio,
siempre accesible, sencillo y simpático.
LA ESTANCIA de Tito Rojas en el grupo Borincuba concluyó
en 1980 en Venezuela, luego que Justo Betancourt disolviera su agrupación
y regresara a Nueva York.
El cantante de Humacao no se conformó con el hecho de desaprovechar
el fruto de lo que había cosechado y optó por organizar
su primera orquesta, que denominó Conjunto Borincano cuya
aparición discográfica se dio en 1980 para la firma
de Rana Records.
"Cuando se disolvió el Borincuba, a Justo le dio un
arranque y me prohibió tocar la música y me quitó
el repertorio porque le pertenecía. Los arreglos eran de
él y yo no tenía ningún poder, aunque después
me dejó cantarlos", asegura el salsero.
Entretanto, Tito Rojas se dispuso a seleccionar su propio repertorio
y recibió el acercamiento del empresario Héctor Soto
para grabar con Rana Records, una subsidiaria del sello New Generation.
Su experiencia en el Conjunto Borincano fue su oportunidad para
amarrar su estilo y pulir lo que había aprendido en sus experiencias
previas.
"Justo fue mi maestro, decían que tenía algo
de él, pero ya en los años 80 fui cambiando y tomando
mi propio estilo de cantar", dice.
Esa nueva etapa en su carrera se consignó en su primer álbum
"Tito Rojas y el Conjunto Borincano" (1980), con los temas
"El vendedor que no fía", "Laile", "Con
velo y corona", "Miedo me da", "Mejor que siempre",
"A la montaña", "Huye pa' ya" y "Dile
la verdad", estas últimas de la inspiración del
cantante.
Este trabajo estuvo seguido por su producción homónima,
en 1981, que presentó las melodías "No hay güiro",
"Ni fío, ni doy, ni presto", "Ramona",
"A tiempo", "Qué mujercita", "Sufriendo
estoy", "El reloj de pastora" y "La súplica".
Ninguno de estos álbumes logró su cometido, más
aún, no lograron ni satisfacer al propio cantante.
"Yo hice el primer disco con parte de los músicos de
Borincuba y no estuvo mal, aunque sonaba mucho a Justo. El segundo
no me gustó porque no era mi estilo. Lo hice con músicos
bien bravos, muchos de ellos de Batacumbele y no era yo", agrega.
Pertinaz en sus anhelos de continuar su carrera artística,
el salsero marchó rumbo a Nueva York intentando lograr suerte.
Sin embargo, no fue fácil. Cuenta que tuvo que recorrer todos
los clubes nocturnos dándose a conocer, colándose
en las actividades y "vendiéndose" entre los músicos
con la ilusión de crear su ambiente, en una odisea que define
como "buscando la salida".
La oportunidad le llegó con el sello Berniz Records, propiedad
de Louis García e Ismael Miranda, en el que grabó
el disco "El campesino" (1984) junto al conjunto de Pablito
Paredes, que representó su primera producción con
trombones.
"Llegó", "El campesino", "Seguiré
mi viaje", "Conjunto sabroso", "Cuando regrese",
"Panadero", "Comedia" y "Ven a bailar conmigo"
conformaron el trabajo.
Meses después regresó a los estudios de grabación,
en esta ocasión para la firma de Aníbal Torres y TR
Records, antiguo sello de Tito Rodríguez, con quien produjo
el disco "Todo ha cambiado".
"Ese trabajo lo sufrí porque había hecho unos
arreglos bien buenos con Isidro Infante y tenía letras de
Ramón Rodríguez y de mi hermano Chuito Rojas pero
el director no quiso hacerlo porque salía muy caro. Kimi
Solís (el productor) buscó unos músicos cubanos
e hicieron el disco", sostiene, insistiendo en que "el
arreglista me dañó el disco, me dañó
la vida… otro disco perdido".
A la altura de 1985, Tito Rojas aceptó la invitación
del músico Luisito Ayala para formar parte de la orquesta
Puerto Rican Power.
La entrada del "Gallo Salsero" al grupo consolidó
la formación de la banda, en un junte que alcanzó
grandes niveles de popularidad dentro y fuera de la Isla. En esa
primera etapa los músicos compartieron su talento, integrando
sus repertorios para armar una antología musical de primera
que distribuían en la vocalización con el cantante
Ito Rivera.
"Con Ayala regresé a Nueva York con los temas 'Con velo
y corona' y 'Lo siento casera', que tenía con el Conjunto
Borincano. Ahí fue que decidí irme por la línea
romántica que ya estaba fuerte con Eddie Santiago y Frankie
Ruiz", señala.
En 1988 la unión produjo su primer disco, "Puerto Rican
Power Orchestra: Canta Tito Rojas", un trabajó que cautivó
a los fanáticos salseros con los éxitos "Quiéreme
tal como soy", "Amor de mentira", "Noche de
boda" y "Piel con piel", entre otros.
Un año después, produjeron su segundo álbum
con los temas "Amar no se puede apurar", "No puedo
prescindir de ti", "Con ella", "Sólo
con un beso", "A pesar de ti", "Voy a ti, voy
a mí", "Ámame" y "Hoy te quiero
cantar".
Al poco tiempo del lanzamiento de esa producción, Tito Rojas
abandonó el grupo para recuperar su carrera como solista,
justo en el momento en que los temas que consignó junto a
la Puerto Rican Power despuntaron como éxitos soberanos en
el mercado musical de Panamá, Colombia y Venezuela.
La década de 1990 fue crucial para el desarrollo y consolidación
de la carrera de Tito Rojas. Concluida su estancia a la poderosa
agrupación de Luisito Ayala, el salsero optó por reincidir
en sus planes de armar su propio conjunto e impulsar, a toda costa,
su carrera como solista.
Contaba a su favor con la experiencia acumulada en sus intentos
previos y gozaba de la malicia necesaria para arrojarse al mercado
como cantante y negociador de su propio futuro.
La empresa MP Records no escatimó en ofrecerle un contrato
de producción, cuyo primer fruto fue el álbum "Sensual",
cuyos temas se elevaron con una fuerza inusitada en el mercado de
Puerto Rico, Latinoamérica, El Caribe y Estados Unidos. Fue,
además, su primera carta para acceder al mercado musical
europeo.
Ese trabajo estuvo seguido de un álbum homónimo que
refulgió con los temas "Nadie es eterno", "Señora"
y "Porque este amor".
La secuela de discos trajo, por consiguiente, una cantera de éxitos
custodiados en los discos "A mi estilo" (1993), "Por
derecho propio" (1995), "Humildemente" (1996), "Pal'
pueblo" (1997), "Alegrías y penas" (1999),
"Canta, gallo, canta" (1999), "Rompiendo noches"
(2000), "Quiero llegar a casa" (2002), "Auténtica-mente
en vivo" (2002) y "Tito Rojas" (2003).
Comenzado el año 2004, Tito Rojas volvió a sorprender
a sus fanáticos salseros con la producción "El
de siempre", un intento de retomar la cadencia rítmica
que lo reafirmó en la lista de los salseros descollantes
en 1990.
Se trata, sin dudas, de un oasis en tiempos en los que escasean
producciones fuertes, armónicas, aptas para el bailador y
con identidad. La naturaleza de su esencia musical está refren-dada
en la interpretación de "Dime si puedes", "Estoy
rendido", "Yo te sigo queriendo", "Si tú
no regresas", "Él no es mejor que yo", "Házmelo
saber", "Admite" y "El Gallo no olvida".
Tomado
de Diario PRIMERA HORA, Puerto Rico
Hiram Guadalupe Pérez
Editor
Gary Javier
Ilustrador
www.primerahora.com
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