"El
Caballero de la Salsa", nació en Santurce, Puerto Rico
en el año 1962. A los 12 años organizó una
agrupación de aficionados dando sus primeros pasos en el
género de la música tropical. Dos años más
tarde recibió del maestro Mario Ortíz la primera oportunidad
de grabar profesionalmente. Entrando de lleno al ambiente musical
se integró profesionalmente a la orquesta La Grande por espacio
de dos años. Allí conoció al maestro Elías
López, quien lo ayudó a pulirse como intérprete
y junto a quien incursionó como corista en grabaciones de
otros exponentes del canto afroantillano.
En 1980 le surge
una importante oportunidad al participar en la grabación
"Homenaje a Eddie Palmieri" con la Puerto Rico All Star.
De esta experiencia se integra a la conocida orquesta de Tommy Olivencia
con quien realizó varias grabaciones hasta pasar a la orquesta
de Willie Rosario, con quien graba seis discos adicionales.
A sus 24 años debutó como solista y director de orquesta
con el apoyo de la compañía Combo Records del maestro
Rafael Ithier y el productor Ralph Cartagena. Grabando cuatro discos
de larga duración Gilbertito se reafirmó como una
de las promesas más importantes de la salsa de fin de siglo.
En
1990, hace su debut teatral en la obra "La pareja dispareja"
junto a Rafa Muñiz y Luis Vigoreaux, hijo. Además,
debuta en el Centro de Bellas Artes en un concierto junto al nicaragûense
Luis Enrique, en el cual confirmó su enorme arraigo y su
don para el soneo.
Fue para esa fecha que pasó a formar parte de la familia
discográfica CBS, hoy conocida como Sony Discos. Su primera
producción para este sello fue "Punto de vista"
en 1990, la cual recibió Disco de Oro y Platino. Pero a ésta
siguieron entonces los exitosos lanzamientos de nuevas producciones
como fueron "Perspectiva" (1991), "A dos tiempos
de un tiempo" (homenaje a Tito Rodríguez editado en
1992), "Nace aquí" (1993), "De cara al viento"
(1994), "The man and his music", producción que
en 1995 recoge en vivo la presentación del artista en el
prestigioso Carnegie Hall de Nueva York; "Esencia" (1996)
y "De corazón" (1997).
Su música
y su estilo inconfundible llegó hasta Japón, país
que visitó como embajador musical del Puerto Rico en 1995
y en el que logró romper con las barreras idiomáticas,
al interpretarles "De cara al viento" en el difícil
idioma japonés.
Desde entonces
el mercado internacional lo reclama convirtiéndolo en uno
de los artistas del género tropical de mayor demanda en el
exterior. Muestra de ello, las exitosas presentaciones realizadas
en el Primer Festival "Presidente" en República
Dominicana, el Lincon Center de Nueva York con Andy Montañez
en Julio de 1997; en el Teatro Anayansi en Panamá en septiembre
de 1997 y en el Anfiteatro de Estudios Universal en Hollywood con
Olga Tañon.
Su
carrera cosechó grandes éxitos al fundir el género
clásico y tropical en el histórico concierto "Salsa
Sinfónica" presentado en el Centro de Bellas Artes,
de San Juan. Acompañado por la Orquesta Sinfónica
de Puerto Rico, su producción se presentó en los Estados
Unidos, así fue como rompió récords de taquilla
en el Teatro Teresa Carreño de Caracas, en febrero de 1998.
Ese momento histórico, que fue plasmado en compacto, fue
reconocido por la Fundación Nacional para la Cultura Popular
de Puerto Rico como una de las grabaciones más importantes
del año.
Con la llegada
del año 2000 "Salsa sinfónica" lo devolvió
a Venezuela para reponer en Maracaibo su triunfal concierto. Con
una función vendida en su totalidad, el cantante contó
con el acompañamiento de la Orquesta Sinfónica de
Maracaibo. Allí, en la cuna de las gaitas, Gilberto Santa
Rosa compartió tarima con una de las figuras más importantes
de este género, Neguito. Acto que completó su trabajo
en Caracas cuando el insigne Simón Díaz subió
a la tarima del Teatro Teresa Carreño para acompañarlo
en la interpretación del clásico "Caballo viejo".
El
lanzamiento de su álbum "Expresión" reforzó
la presencia de Gilberto en el mercado discográfico internacional.
Ciertamente su ofensiva irrumpió al son de "Déjate
querer". Pero fue el tema "Que alguien me diga",
original de Omar Alfanno, el que lo mantuvo por varias semanas en
el primer lugar de las listas de Billboard. Del mismo modo "Expresión"
fue escogida por la Fundación Nacional para la Cultura Popular
como una de las 20 producciones más sobresalientes de 1999.
En promoción
para este disco Gilberto viajó por primera vez a Buenos Aires
mientras su concierto en el Coliseo Clemente de San Juan resultó
ser todo un éxito artístico.
El romántico de la salsa
Su
presencia en los escenarios musicales marca el tránsito para
el desarrollo de la salsa, tendiendo un puente entre generaciones,
retomando lo mejor de quienes le antecedieron y aportando el valor
de su experiencia. Nacido un 21 agosto de 1962, Gilberto Santa Rosa
Cortés se ha erigido como la figura salsera de la transición
de épocas, educado en los patrones rítmicos de la
salsa de los años 60, deleitándose con el trabajo
artístico de las bandas de los años 50 y enriqueciéndose
con el nuevo sonido que modifica el género a partir de los
años 80 y 90. Su memoria musical, confiesa, está retratada
en la televisión. Y es que de niño la pantalla chica
fue su vehículo para conocer el trabajo de artistas nacionales
e internacionales que deslumbraron su arte en programas de variedades
musicales que copaban las programaciones televisivas de los años
60 y 70. Pasados los años, el cantante todavía recuerda
su infancia, parado fijo frente al televisor del apartamento de
su abuela Lydia Caez ("Aya"), en el residencial Extensión
Las Casas, en Santurce, esperando con ansias la presentación
de El Gran Combo de Rafael Ithier, en el "Show de las doce",
para ver como se torcían los cuerpos de Pellín Rivera,
Andy Montañez y Mikey Ramos al goce de cada interpretación.
"Como mi mamá trabajaba en la Estación Experimental
de la Universidad de Puerto Rico mi abuela Aya nos cuidaba y yo
tenía todo el tiempo del mundo para ver televisión.
Eran los años 60, la época dorada de la televisión,
donde se presentaban los artistas internacionales y nacionales y
cuando a las 12:00 (del mediodía) era religión ver
el 'Show de las doce' y a El Gran Combo de 12:00 a 12:15",
cuenta el salsero. En ocasiones, su experiencia trascendió
la televisión, cada vez que su tío Papo arribaba a
la Isla, licenciado por el ejército, y lo llevaba en guagua
pública desde Villa Palmeras hasta Miramar para ver la actuación
en vivo de los muchachos del Combo, en el radio teatro de Radio
El Mundo, de 1:00 a 1:15 de la tarde. "Nada me impactó
más que ese grupo… como no tienes idea. De ahí
empecé a aprenderme sus canciones y a imitarlos", recuerda.
Entre risas y melodíasLas experiencias artísticas
que absorvió en su infancia marcaron su ruta y por eso, siendo
apenas un pequeñín, Gilberto Santa Rosa encontró
en la escuela la oportunidad para tener su primer escenario. Mientras
cursaba el preescolar, tuvo su primera aparición artística
en la escuela elemental Ángel Ramos, en el sector de Country
Club, en Carolina. Allí no fue la música su primera
actuación, sino la comedia, acto que le deleitaba ejecutar
junto a su entrañable amigo Juan Carlos imitando las parodias
de "Bachiller" y "Pancholo". Años más
tarde –cursando el segundo grado– llegó "mi
primer encuentro con la música real" junto a su compañero
de clases Cheíto Cruz, con quien logró un dúo
para interpretar boleros, género que siempre le ha apasionado
y que lo define como un eterno romántico. "Cheíto
tocaba la guitarra y hacía segundas voces y cantamos boleros
tradicionales, aunque yo prefería los que cantaban las orquestas
de salsa", dice, al tiempo que también rememora sus
experimentos soneros en compañía de su amigo Rico
Walker. Los Reyes Magos lo llevaron a la televisiónAbrigado
aún por la ternura de la infancia, su disposición
por la música lo movía a concebir percepciones distintas
a la de muchos de sus compañeros, gracias a que siempre cultivó
una sesuda madurez que, en poco tiempo, transformó al niño
en una sagaz figura musical. De adolescente ingresó a la
Escuela Libre de Música de San Juan, aunque "no con
el propósito de hacerme músico sino de codearme con
músicos de mi edad". Allí logró su primera
aparición artística como cantante, un seis de enero
de 1975, en un programa de televisión navideño producido
por Papo Pérez para el canal 11. "En la escuela sabían
que me gustaba cantar y cuando Papo (hijo de Rafael Pérez
Peris, el dueño de la estación) fue a cazar talentos
para un especial de Navidad me escogieron para cantar una de las
estampas que formaban parte del programa 'Los Reyes Modernucos',
tema que interpreté", narra. Esa experiencia fue su
aliciente para aventurarse a hacer algo distinto. "Me junté
con mi amigo Periñón (Pedro Morales Cortijo) y organizamos
un grupito para tocar en la fiesta de unas amigas que iban a ser
Reinas de los Corazones", manifiesta. Para entonces se hicieron
llamar La Evolución 65 pero cuando se fueron a inscribir
en la Unión de Músicos de Puerto Rico se encontraron
que existía un grupo con ese nombre y se denominaron orquesta
La Potencia. "Tocábamos en cuanta fiesta se perdía.
Hicimos un repertorio original de canciones que no eran originales,
rebuscábamos los discos y cantábamos números
que no cantaban en la radio. También estábamos bien
organizados porque mi papá y el papá de Periñón
se metieron en el grupo y parecíamos una tropa de boys scouts,
y fue bien chévere porque todos teníamos una responsabilidad
además de tocar", cuenta. Su primer escenario de gloria,
con apenas 11 años de edad, fue durante una edición
del Festival de la Juventud que organizaba el Municipio de San Juan,
en las facilidades de El Morro, cada mes de diciembre y que conducía
el comediante Alberto Rodríguez Torres ("Machuchal").
Tras año y medio de constituido el grupo, diferencias entre
sus integrantes provocaron su ruptura y esto facilitó un
nuevo tránsito musical en la vida del joven cantante.
Con
Tommy Olivencia fue de "grandes ligas"
Su
participación solidaria en la huelga de músicos de
hoteles que se realizó en 1979 lo acercó más
a la sombra de algunas de las grandes estrellas del género,
como Rubén Blades y Tommy Olivencia. En aquella ocasión,
Gilberto Santa Rosa acudió a la protesta con la orquesta
de Mario Ortiz, siendo ésta la primera vez que se presentaban
juntos ante el público, luego de la grabación de "Borinquen
flame", en 1977. Ese mismo día, cuenta el cantante,
su amigo "Chuchín" le pidió que "le
resolviera" a su compadre Tommy Olivencia porque tenía
que hacer su presentación y su cantante principal, Simón
Madera, no había llegado. "Me preguntó si podía
acompañar a Tommy y le dije que sí porque ése
era mi grupo después de El Gran Combo, y yo me sabía
todas sus canciones", comenta el salsero, quien explica que
la experiencia fue tan llevadera que la semana siguiente, mientras
se encontraba en un baile de su escuela, lo fueron a buscar para
que volviera a acompañar a Olivencia en una actividad en
el salón El Quijote, en Isla Verde. De esas incidencias surgió
una oferta formal de trabajo que Santa Rosa aceptó, moviéndose
de inmediato a trabajar dos producciones discográficas –sólo
una salió al mercado– en un junte que duró cerca
de dos años. "Con Tommy (Olivencia) grabé 'Como
sube la gasolina' (1979) y nos presentamos en Nueva York. Eran grandes
ligas, pero yo sentía que no era el cantante que él
necesitaba y fue cuando apareció Chamaco Ramírez,
que regresó a la orquesta y después Frankie (Ruiz)
y yo me moví a la orquesta de Willie Rosario", anota.
Se
hizo artista de la mano de su padre
Gilberto
Santa Rosa, que nació dos meses después de fundado
El Gran Combo, tenía sólo 14 años de edad cuando
grabó su primer disco, "Borinquen flame" (1977).
La oportunidad se la concedió el trompetista Mario Ortiz,
con quien había establecido relación como consecuencia
de la estrecha amistad que le unía a su hijo Marito, compañero
de clases y colega en la orquesta La Potencia. "Me tomó
por sorpresa cuando Mario me invitó a grabar y cuando llegué
a los estudios de Borinquen Records me encontré allí
lo mejor de lo mejor: Elías Lopés, Juancito Torres,
Polito Huertas, Eladio Pérez, Tony Sánchez, Mauricio
González, Rafi Torres, Aldo y el maestro René Hernández,
que fue pianista y arreglista de Tito Rodríguez y Machito.
Allí estaba yo, entre esos caballos", confiesa. Aquel
día el joven cantante grabó el tema "Palo de
caña brava", "Los rosales" y "Regálame
tu amor", este último de su inspiración y que
solía vocalizar con sus amigos de La Potencia. En los coros
contó con la asistencia de Elio Romero y Paquito Guzmán.
No empece a su corta edad, esta primera experiencia como cantante
profesional tuvo el apoyo de sus padres. "Ellos sólo
querían que terminara de estudiar y pretendían que
mi proceso de crecimiento como niño normal se diera, aunque
siempre entendieron que mi vocación por cantar iba más
allá", cuenta el sonero, mientras puntualiza y agradece
los controles y el respaldo de su padre, quien lo acompañó
a todas sus presentaciones hasta que cumplió los 18 años
de edad. Su primer experimento discográfico no despuntó
en el mercado y su mentor, Mario Ortiz, se concentró en la
dirección de la orquesta oficial del hotel Caribe Hilton
de San Juan, por lo que el joven entusiasta se movió al rastreo
de nuevos talleres. En grande su experiencia musicalNo había
transcurrido mucho tiempo luego de la grabación de "Borinquen
flame" cuando un día, mientras cantaba en el Cocoa Center
de Hato Rey con la banda de su escuela, el señor José
Canales le hizo un acercamiento para que se integrara a la orquesta
La Grande, oferta que él y sus padres aceptaron. Antes, había
recibido un acercamiento del director de la agrupación Latin
Brass para sustituir al vocalista Jerry Rivas, pero no aceptó.
Poco después de su ingreso a La Grande –dirigida por
el músico Elías Lopés y en la que cantaban
Héctor "Tito Bay" Rivera y Edgar Zalduondo–
marchó a la ciudad de Nueva York para participar de la nueva
grabación de la orquesta. "Ésta fue la primera
vez que viajé y recuerdo que fue un martes. Mi papá
fue al aeropuerto y le dijo a Elías: 'Cuídame al muchacho'",
narra. Aunque su participación inicial en esta grabación
era de dos temas, al final del proceso grabó cuatro, entre
ellas, "Satisfacción", de Roberto Angleró,
y "El ambiente" y "Tu indiferencia", ambas de
su autoría, todas conservadas en el álbum "We
Love New York" (1978). La participación de Gilberto
Santa Rosa con La Grande duró dos años. En cambio,
desde el momento que inició sus labores su nombre comenzó
a elevarse como una de las promesas salseras de la época,
a quien la prensa nombró "joven cantante con bonita
voz" y "la revelación musical de este año".
Entretanto, el joven salsero alternó en sus momentos libres
con la agrupación de Periñón y la orquesta
Fantasía Boricua de Manolito Rodríguez. Asimismo,
y sin contar aún con mayoría de edad, alcanzó
un puesto para formar parte del equipo vocal de la Puerto Rico All
Star, gracias a la intervención de Andy Montañez,
quien medió la invitación con el promotor Frankie
Gregory.
"Camínalo"
Confiesa
que su formación artística la obtuvo del Gran Combo
y de todo lo que absorbía de la televisión. Una de
las experiencias más impactantes en su vida fue ver, a los
nueve años de edad, la película "Our Latin Thing",
en la que se narra la historia de la salsa de Nueva York. Se inició
en la escuela Libre de Música como estudiante de saxofón
y luego cambió a la trompeta. Aprendió percusión
tocando en el bonete del carro de su papá. Un Día
de Reyes, en 1972, su padre le regaló una tumbadora. El trompetista
Mario Ortiz le daba pon a la escuela y de camino le ofrecía
"seminarios de la vida de un músico". Andy Montañez,
a su salida de El Gran Combo, le sugirió a Rafael Ithier
que lo reclutara para sustituirlo, pero el veterano músico
se negó porque aún era un niño. En una ocasión,
antes de abandonar la orquesta La Grande, Pellín Rodríguez
y Andy Montañez le sugirieron que aceptara una oferta de
la agrupación venezolana La Salsa Mayor. De adolescente participó
en grabaciones de jingles comerciales para firmas como Sello Rojo,
Budweiser y Bore Warner. Cuando el Combo del Ayer se reagrupó,
a mediados de los años 80, Andy Montañez y Pellín
Rodríguez lo reclutaron para que les enseñara las
canciones y los sustituyera en sus ausencias. Amenizó su
baile de graduación, en 1980, con la orquesta La Primerísima
de Tommy Olivencia. Antes de irse de la orquesta de Tommy Olivencia
se preparaba para grabar el disco que más tarde hizo Frankie
Ruiz. Concluyó su participación con Olivencia un martes,
en las fiesta patronales de Bayamón, y comenzó al
día siguiente con la banda de Willie Rosario, en las mismas
fiestas. Conserva gratos recuerdos de su amigo Tony Vega, con quien,
en un momento, quiso armar una orquesta. Se presentó en la
sala de festivales del Centro de Bellas Artes por primera vez, en
1990, junto al cantante nicaragüense Luis Enrique y la segunda
ocasión acompañado de la Orquesta Filarmónica.
Su apelativo de "El Caballero de la Salsa" se lo puso
el locutor Rolandito Sánchez ("El Pachá").
Adoptó el estribillo de "camínalo" porque
a Willie Rosario le gustaba que sus cantantes hablaran encima de
los mambos. Venezuela fue su primera plaza internacional. "Botaron
la pelota"Conserva un recuerdo especial de su maestra de tercer
grado Jenny Díaz, "la única que nunca me vio
desarrollarme como artista" y de quien aprendió las
canciones del folclór latinoamericano que aún interpreta.
Su abuela Lydia Caez ("Aya") fue en parte responsable
de cultivar su gusto musical. Es un orgulloso oriundo de la Cuarta
Extensión de la urbanización Country Club de Carolina,
donde viven sus padres desde que él tiene cuatro años
de edad. Su padre lo acompañó desde niño en
sus andanzas musicales, y cuando se creó el grupo La Potencia
se responsabilizó, junto a otros padres, de la contabilidad
del dinero, el escogido de la ropa y el transporte del equipo y
los músicos. Sus primeros bailes los hizo en la marquesina
de su vecina doña Palmira, en Country Club. Conoció
a Pellín Rodríguez luego de escucharlo pronunciar
elogios de él y a Héctor Lavoe cuando éste
convalecía en un hospital de Nueva York. Es fiel fanático
de Ismael Rivera, El Gran Combo, Tito Rodríguez y Cheo Feliciano.
Digno
señor del arte salsero
CORRÍA
el mes de mayo de 1981 cuando Gilberto Santa Rosa, quien ya cursaba
su primer año en la Universidad de Puerto Rico en Río
Piedras, cruzó de la orquesta de Tommy Olivencia a formar
parte de la agrupación de Willie Rosario, junto a los vocalistas
Bobby Concepción y Antonio Eladio ("Tony") Vega.
Esa experiencia musical junto a "Míster Afinque"
fue determinante para el cantante, siendo ésta la plataforma
para su gran proyección como salsero y con la que logró
la aceptación popular con éxitos como "Lluvia"
y "Botaron la pelota". Junto a Willie Rosario –con
quien también logra madurar su voz y cohesionar su estilo
de sonero de barrio– permaneció cinco años y
dejó un legado de seis producciones discográficas
que hoy son clásicos del cancionero popular. No empece la
fama que cultivó en esa orquesta, hacía varios años
que el cantante venía arrastrando su inquietud en torno a
su futuro profesional, afianzando sus deseos de armar su propia
banda, en un concepto y una fórmula similar a El Gran Combo
de Puerto Rico. "Con Willie estaba en un buen momento pero
noté que nuestros intereses no eran afines, aunque musicalmente
yo maduré mucho y siempre me sentí bien cómodo",
afirma. Añade, que tomó la decisión de crear
su propia agrupación "estratégicamente".
"Vi que la gente me aceptaba, los discos los tocaban en la
radio y tenía la inquietud de poder manejar mis decisiones",
narra, a la vez que señala que no abandonó la orquesta
hasta tanto no lo consultó con Rafael Ithier. "Me levanté
un día y le dije (a Rafael Ithier) que quería hablar
con él. Me monté en mi carro y le comuniqué
mi inquietud y mis planes, a lo que me contestó que me fuera
a hablar con Willie (Rosario), resolviera en la mejor forma con
él y luego decidiera", anota el artista, quien agradece
los "sabios" consejos del veterano músico. Fue
entonces cuando organizó su propia orquesta e inició
una nueva etapa en su carrera que lo llevó a despuntar como
un espléndido cantante del género, capaz de derramar
su talento tanto en interpretaciones salseras como en boleros. En
ese momento se ganó el título de "El Caballero
de la Salsa". Gilberto Santa Rosa comenzó su experimento
en solitario cobijado por Combo Records, empresa para la que produce
sus primeros cuatro discos: "Salsa en movimiento", "Keeping
Cool", "Good Vibrations" y "De amor y salsa".
En 1990, se apega a la multinacional Sony Discos, en la que ha trabajado
14 álbumes, logrando, además, las más altas
distinciones del mercado. Aunque el artista ha mantenido vigente
su trayectoria musical, en 1995 optó por desarmar el proyecto
de orquesta con la que había iniciado su carrera como solista.
No fue una decisión fácil, y como el propio vocalista
ha señalado, "mantener una imagen colectiva me limitaba
un poco y cuando me empecé a sentir demasiado atrapado entre
la administración y el colectivo, decidí romper".
Hoy la presencia de El Caballero de la Salsa en escenarios nacionales
e internacionales es imponente. Gozando de una voz más madura
y luciendo un control deslumbrante de su propuesta musical –que
se maneja entre versos románticos con trazos poéticos
apartados de lo banal y siempre adornados de una calidad sonora
indiscutible–, Gilberto Santa Rosa, el nene de Ana María
y Gilberto, como suele nombrarse, es la figura salsera que ata el
eslabón de dos generaciones que se encuentran en la carrera
persistente de mantener vivo el sonido de la salsa.
Tomado
de Diario PRIMERA HORA, Puerto Rico
Hiram Guadalupe Pérez
Editor
Gary Javier
Ilustrador
www.primerahora.com
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