(Gary Javier / Ilustración PRIMERA HORA)
Voz sublime de todos los tiempos
Adalberto Santiago es una de las
voces más experimentadas de la salsa.
De adolescente, Alberto Santiago
Berríos ("Adalberto") quería ser actor,
pero las posibilidades de lograr un espacio en la televisión
puertorriqueña –recién inaugurada– eran
remotas para un joven procedente del barrio Las Monjas de Hato Rey,
sin recursos y sin nadie que le ofreciera una primera oportunidad.
El talento, en cambio, le sobraba. Con tan sólo 16 años
edad, su desempeño artístico refulgía en los
escenarios musicales, destacándose como guitarrista y cantante,
poseedor de una voz sublime presta a jugar con facilidad entre interpretaciones
de tonos graves y agudos con el mismo agrado. También le
ayudaba su porte y figura: alto, espigado, rubio, simpático
y parlanchín. Su pasión por el arte la heredó
de su padre, Justiniano Santiago, un trabajador agrícola
del pueblo de Ciales que, según recuerda el intérprete,
solía deleitarse junto a sus amigos cantando temas parranderos
y tocando el cuatro. "Mi padre y sus amigos se reunían
en la finca de mi casa a parrandear y hacer fiestas. Y esa inquietud
por la música me viene de estar mirando lo que hacían
los mayores, aunque mi papá no quería que yo estuviera
cerca de la música pero mi mama… Ay, mi mamá
me daba la guitarra… las madres de uno siempre", rememora.
De esa manera, Adalberto Santiago, quien nació en Ciales
el 23 de abril de 1937, aprendió a dar los primeros tonos
en la guitarra, instrumento que más tarde lo llevaría
a pasearse entre las agrupaciones locales de la época. "Aprendí
mirando. Me quedaba observando el diapasón de la guitarra
cuando la tocaban y así aprendí un porcentaje de lo
que sé, de oído", dice. En la tierra de Juan
Antonio Corretjer, el poeta nacional, Adalberto vivió hasta
los siete años, momento en que su familia se trasladó
a residir al sector Las Monjas de Hato Rey, justo en la calle 6,
esquina avenida C. Allí, recuerda, se reunía con un
amigo de la escuela que tenía sus mismas inquietudes e improvisaban
grupos musicales que luego lucían en las actividades escolares,
aunque le llamaba más la atención participar en obras
de teatro. A sus 12 años de edad armó su primer trío
romántico para interpretar las canciones de Los Panchos y
Johnny Rodríguez y su trío San Juan. En este junte,
que siempre se conoció por el nombre de sus integrantes y
que no hizo más que amenizar bodas y cantar serenatas, Adalberto
hacía armonías de segunda y tercera voz, al tiempo
que tocaba la guitarra. Pero su inquietud por formar agrupaciones
con sonido más portentoso lo llevó a integrar Los
Jóvenes del Merengue, recién cumplido sus 16 años
de edad. En esta agrupación, que figuró como cantante
y guitarrista, permaneció por dos años, periodo en
el que recibió su primer reconocimiento público al
ganar el premio musical que otorgaba Rafael Quiñones Vidal
en su programa de televisión, "La tribuna del arte".
Eleva su arte en Nueva YorkDe su paso por la interpretación
del merengue, Adalberto Santiago se marchó a formar parte
del grupo de Chuito Vélez y las Estrellas Boricuas, en 1955,
vocalizando temas del folclor nacional a tono con el estilo de Rafael
Cortijo y su Combo. Con esa agrupación visitó Nueva
York por primera vez, en 1956, ganándose el aval del público
puertorriqueño congregado en la gran ciudad, quizás
porque la representación del sonido del grupo evocaba la
nostalgia de un país del que habían tenido que partir,
forzados por la crisis social que azotaba a la población
nacional. De pronto, Nueva York se convirtió en un espacio
privilegiado que recibió con entusiasmo la propuesta artística
del grupo de Chuíto Vélez, en el que se destacó
como vocalista Adalberto Santiago. "Para ese viaje me compré
una guitarra (marca) gretsch y, entonces, cuando la gente me vio
bailar y cantar me identificó con el estilo de Elvis Presley,
que en esa época estaba en su apogeo, y me apodaron el Elvis
puertorriqueño", dice. Para Adalberto, una de las experiencias
más significativas que derivó de ese viaje fue participar
en el "Show Coca Cola" de Paquito Cordero, en el teatro
Puerto Rico, junto a figuras como Hilda Claudio, Tito Lara y Los
Hispanos. A las pocas semanas de su estancia en Nueva York regresó
a Puerto Rico con la ilusión de lograr un espacio para trabajar
en la televisión, con la ambición de destacarse como
actor y cantante. Sin embargo, la experiencia en la Isla fue poco
halagadora y comenzó a ver con lejanía la posibilidad
de desarrollar sus sueños, hecho que lo llevó a considerar
una oferta para trabajar con Chuito Vélez en espectáculos
de televisión y clubes nocturnos en la Gran Manzana. "Siempre
tuve la ansiedad de entrar a la televisión en Puerto Rico,
pero el que no tiene padrino, no se bautiza, y no tuve ese padrinazgo.
Mis deseos estaban ahí (la televisión), en carácter
de cantante y actor, pero en realidad era muy difícil para
una persona que no tiene la influencia de un padrino, un manager.
A lo mejor yo era un poco tímido, pero la verdad es que no
habían oportunidades", sostiene. De esa forma, en 1956,
Adalberto Santiago optó por radicarse en Nueva York, donde
desarrolló una carrera musical espléndida que en poco
tiempo lo colocó entre las figuras más destacadas
de la canción popular, en especial dentro del género
salsero.
"Abran
paso"
Adalberto Santiago es fiel fanático
del béisbol y el boxeo. Nunca tomó clases de canto,
pero en una ocasión visitó un maestro de ópera
italiano, llamado Pichini, que le puso una correa apretada en su
cintura y le pidió que cantara el bolero "Júrame".
En su evaluación le dijo que si hubiera comenzado a tomar
clases de canto desde niño, hubiera sido cantante lírico.
Durante toda su vida ha cantado en el mismo tono y, además
de salsero, es considerado un excelente bolerista. Con la agrupación
de Chuíto Vélez y las Estrellas Boricuas viajó
por primera a Nueva York, en 1956. Desde esa época se destacó
como vocalista, bailarín e intérprete del bajo. Para
darse a conocer en el mercado musical de Nueva York, la agrupación
se nombró Chuíto Vélez y las Estrellas, para
luego conocerse como Chuíto Vélez y su Orquesta. En
ese momento habían añadido a la formación sonora
cuatro saxofones y tres trompetas. En 1962, Adalberto participó
en una grabación con la orquesta de Willie Rodríguez,
cuyas interpretaciones se confunden con el sonido de Richie Ray
y Bobby Cruz. Dejó la ejecución del bajo por las maracas,
luego de una presentación que hizo con Willie Rosario, en
1966, durante una gira por Venezuela. Mantuvo una época gloriosa
con Ray Barretto que se tronchó por la poca actividad artística
del grupo, momento en que crea el conjunto Típica 73, en
1972. Las interpretaciones de Típica 73 no seguían
el patrón rígido de los arreglos musicales y manejaban
más la espontaneidad del colectivo. La partida de Típica
73, en 1976, fue por diferencias entre sus miembros. Entonces creó
el grupo Los Kimbos, con quien estuvo dos años. Su rompimiento
con Los Kimbos, en 1978, fue el resultado de una reflexión
profunda del artista, al borde de cumplir sus 40 años de
edad. La producción "Rican/Struction", trabajada
con Barretto en 1979, es uno de sus trabajos más completos,
que muestra la madurez y evolución del artista en su forma
interpretativa. En 1983 grabó un disco junto a Celia Cruz
y Barretto que se llamó "Tremendo trío".
Participó junto a su orquesta en la película "Moscow
on the Hudson" (1984), estelarizada por María Conchita
Alonso, Robin Williams, Cleavant Derricks y Alejandro Rey. Fue invitado
a participar en un evento musical en Japón junto a El Gran
Combo y después regresó en tres ocasiones más.
Para sus presentaciones en Puerto Rico lo acompaña la agrupación
Abran Paso y la Orquesta de don Periñón. En sus 47
años de historia musical ha producido sobre 40 discos.
Al mando de una carrera
exitosa
Ha ganado infinidad de premios
en sus 47 años de trayectoria musical. (Colección
Adalberto Santiago)
Adalberto Santiago llegó
a Nueva York en 1956 para trabajar como músico de planta
junto a la orquesta de Chuito Vélez y sus Estrellas en el
club nocturno Panamerican Casino, atraídos por un contrato
de trabajo de un año de duración. Poco después
se convirtieron en los músicos fijos del recién inaugurado
Club Caborrojeño, propiedad de Roberto Ruperto, escenario
que elevó con más fuerza su trabajo artístico
y desde donde recorrieron con éxito otras localidades de
música latina de la época, como el club El Palledium,
Monte Carlo y Habana San Juan. "Ésa fue una de mis mejores
experiencias, sobre todo porque tuve la dicha de acompañar
a muchos artistas que iban a esos clubes los domingos, como Celia
Cruz, Marco Antonio Muñiz y Daniel Santos. Ahí me
nació la inquietud de cambiar la guitarra por el bajo, porque
la orquesta necesitaba un sonido más grande", asegura
el vocalista, quien grabó cuatro discos con el grupo. Desde
entonces, Adalberto Santiago se dio a conocer en el mundo musical
no sólo por su virtud interpretativa, sino por gozar de un
estilo rítmico que hacía de sus presentaciones gratas
experiencias visuales, en las que solía tocar el bajo, cantar
y bailar simultáneamente, gesta que años más
tarde copió el venezolano Oscar D' León. Su incursión
en la grey salsera de FaniaHabía transcurrido diez años
desde su arribo a la Ciudad de los Rascacielos cuando el percusionista
y director musical Ray Barretto se le acercó para que se
integrara a su agrupación, recomendado por sus músicos
Roberto Rodríguez y Orestes Vilató. Para entonces,
Barretto era considerado una de las personalidades musicales más
destacadas del mundo del jazz latino, con una carrera exitosa al
lado de figuras como Eddie Bonnemere, José Curbelo, Tito
Puente, Max Roach, Charlie Parker y Dizzy Gillespie, entre otros.
En cambio, a la altura de 1966, el percusionista torció su
destino musical al crear una nueva agrupación y lanzarse
a explorar las tendencias del sonido salsero, reclutando, en un
principio, al cantante Manny Román sin poder despuntar su
proyecto creativo. "Barretto vino a verme porque los muchachos
que tocaban con él me recomendaron. Le dijeron que había
un muchacho que tocaba bajo y cantaba, y vino al Caborrojeño
para ofrecerme que saliera de allí y me fuera con él.
Yo le contesté que no me gustaba quitarle el trabajo a nadie,
pero me interesaba cambiar de público e ir a la calle",
narra Adalberto, quien asegura que accedió a la oferta porque
tenía deseos de aventurar.
Así nació una nueva
etapa en la carrera artística del cantante que se extendió
por espacio de siete años y que bien se podría clasificar
como la consolidación de su espacio en la música.
"Fue un escalón para llegar adonde estoy y todos los
trabajos que hice con él fueron éxitos", asegura.
Ciertamente, el binomio de Barretto y Adalberto catapultó
el escenario salsero al presentar una propuesta que armonizó
las tendencias percusivas del jazz latino con la armonía
de las trompetas que en sus inicios asumió la representación
musical de la transición del boogaloo a la salsa. Ese proyecto
quedó consignado en siete producciones discográficas,
la primera de ellas "Latino con Soul" (1967), grabadas
para el sello West Side Latino y que incluyó los temas "Do
you dig it?", "Trompeta y trombón", "Fuego
y pa' lante" y "Lo mismo que a usted". A este disco
le siguió "Acid" (1967) con el éxito "Sola
te dejaré", muy bien aceptado en el mercado latinoamericano
y con el que iniciaron su internacionalización. Esta experiencia
musical continuó con las producciones "Power" (1968),
"Together" (1969) y "Qué viva la música"
(1972), entre otras. A diferencia de otras agrupaciones salseras
del grupo Fa-nia, la actividad de la orquesta de Barretto era poco
constante, limitándose, según Adalberto, a unas escasas
dos presentaciones a la semana. Ese hecho permitió el junte
de varios de los músicos en proyectos paralelos que denominaron
"jamm sessions" y que solían reunirse en varios
centros nocturnos del centro de la ciudad. "Solíamos
irnos a un restaurancito que tenía una pista de baile y tocábamos
por lo que se hiciera en la puerta. No teníamos nombre, así
que poníamos un cartel con el nombre de todos y la gente
iba porque tocábamos los éxitos que estaban pegao's
y cuando alguien nos pedía uno que no supiésemos,
lo montábamos para la otra semana", narra. De esa experiencia
casual surgió uno de los proyectos musicales más impactantes
en sonido, armonía y ritmo de los años 70: Típica
73. Prolífica voz salseraLa experiencia musical cultivada
por Adalberto Santiago ha sido fructífera. Antes de convertirse
en una figura de renombre junto a la agrupación de Ray Barretto,
y mientras formaba parte de la agrupación de Chuito Vélez,
el salsero participó junto a Willie Rodríguez y su
Orquesta en una grabación homónima, en 1962, y en
la que cantó los temas "Colorín, colorao",
"El ritmo lo traigo yo", "Suéltate la lengua",
"Mozambique" y "Mi montuno", entre otros. Asimismo,
en 1966 figuró como vocalista en el disco "Boogaloo
& guaguancó", grabado por la orquesta de Willie
Rosario. También aparece en 1982 en el disco "Súper
Apollo 47:50" con Roberto Roena y su Apollo Sound, una producción
de encargo que Jerry Masucci comisionó para hacer cumplir
las estipulaciones de grabación pendiente por ambos artistas.
Entre otras producciones en colaboración con grandes figuras
salseras se cita, además, la realizada junto a Larry Harlow,
"Larry Harlow's Latin Legends Band", en 1998.
Soberana
historia de éxitos salseros
El proyecto musical ha sido uno
de los grandes aportes al pentagrama salsero. (Colección
Adalberto Santiago)
Adalberto
Santiago aún recuerda la conversación que sostuvo
con Ray Barretto, en 1972, y en la que le anunció su intención
de formalizar el experimento musical que venía realizando
desde hacía varios años con un grupo de músicos
de la banda. "Estábamos decididos. Le dijimos que pensábamos
hacer nuestro grupo y le dimos tres meses para que se preparara,
él no lo creyó hasta que se cumplió el plazo.
Nunca le fallamos y fuimos saliendo del grupo según él
nos reemplazó y el último en salir fui yo", cuenta.
Acepta que la historia hubiera sido distinta si el veterano percusionista
hubiera optado por sentarse con el grupo y discutir el asunto. "Nunca
hubo una conversación y tampoco me ofreció nada diferente",
dice, al tiempo que aclara que la dimisión del colectivo
no significó un "golpe de Estado", como se llegó
a especular. Así, en 1972, surgió Típica 73,
uno de los proyectos experimentales más divinos de la historia
salsera, compuesto por una cantera de músicos de primer orden,
con un sonido excelso y un repertorio enérgico. Sus integrantes
originales fueron: Johnny Rodríguez, Orestes Vilató,
Dave Pérez, René López y Adalberto Santiago,
todos músicos de vieja alineación de Barretto, a los
que se unió Sonny Bravo, Leopoldo Pineda y Joe Mannazzi.
El arribo de Típica 73, en pleno auge de la producción
salsera, rompió el paradigma musical imperante para retornar
a la conformación de un sonido más cercano al son,
alimentándolo de una dimensión contemporánea
con la inclusión del trombón y la trompeta. En su
momento de más cohesión, la base armónica se
la imprimió la sonoridad del tres cubano, un instrumento
expresivo que acercó más su propuesta a la evocación
de la vieja tradición musical neoyorquina, mezclando ritmos
y enfatizando en la ejecución libre de los músicos.
Su intérprete fue el boricua Nelson González. En esta
primera fase, la agrupación grabó tres discos para
el sello Inca, "Típica" (1973), "Típica
73 Orchestra" (1974) y "La candela" (1975), cosechando
éxitos como "Mañoño", "Amalia
Batista" y "Canuto", entre otros. La historia del
grupo, con la presencia de Adalberto, murió en 1976, cuando
el cantante, junto a Orestes Vilató, Joe Mannazzi y Nelson
González, armó una nueva orquesta: Los Kimbos. "La
Típica fue un grupo tipo cooperativa que funcionó
bien, duramos tres años pero por incompatibilidad de caracteres
se rompió", dice el salsero. Los Kimbos grabaron dos
álbumes para el sello Cotique, con temas como "Te soy
sincero", "Salamera", "Tras un vacío",
"Si Dios me ayudara", "Juan Manuel" y "El
mismo". Aun cuando su música se escuchó y contaron
con el auspicio de los salseros, no lograron colocarse en el mercado.
"Hicimos un grupo buenísimo, con la mala suerte de que
nos quedamos con el mismo agente que tenía la Típica
y que trabajaba para Ralph Mercado", dice Adalberto, quien
decidió abandonar el grupo en 1978 y lanzó su carrera
en solitario. Desde entonces, el cantante emprendió un nuevo
derrotero que, en sus inicios, contó con la colaboración
de Ray Barretto como su productor para el sello Fania, un junte
que produjo uno de los discos más fascinantes en la historia
del binomio "Rican/Struction" (1979), por representar
la vuelta a la salsa del líder percusionista, luego de unos
años absorto en el jazz. A partir de ahí, Adalberto
ha mantenido una historia exitosa que ha cultivado sobre una decena
de producciones de primer orden.
Tomado
de Diario PRIMERA HORA, Puerto Rico
Hiram Guadalupe Pérez
Editor
Gary Javier
Ilustrador
www.primerahora.com
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