El público argentino tiene este verano
la oportunidad de volver a disfrutar de toda la cubanía y
el saber sonero del Septeto Matamoros, que visita el país
por cuarta vez, en una gira muy amplia que incluirá numerosas
provincias y también actuaciones en Uruguay y Chile, y como
ya sucedió en las otras oportunidades, tuvo su escala rosarina
el jueves 22 de noviembre, “Día de la música”,
en la sala Lavarden, ubicada en la céntrica esquina de Mendoza
y Sarmiento.
La agrupación es heredera directa de una de los grandes
nombres de la música cubana, Miguel Matamoros, nacido en
Santiago de Cuba en 1894 y que con los años llegó
a crear algunos de los más maravillosos sones y boleros que
pueden escucharse hoy en día. Y como dato no menor, debemos
agregar que dos de sus nietos (Emilio y Rubén) son integrantes
del septeto.
EL concierto
La noche, un poco lluviosa, empezó en realidad en la puerta
del teatro, donde fuimos recibidos por Daniel Moreno Figueredo,
el representante del septeto, con quien ya habíamos conversado
durante la anterior gira. Él me explicó que habían
llegado de Cuba el 7 de noviembre y que piensan quedarse en Argentina
hasta el 29 de enero, y ya se habían presentado en Salta,
Tucumán y Santa Fe. La agrupación está integrada
por Genaro Camacho (voz solista y maracas), Emilio P. Matamoros
(claves y dirección general), Julio González (trompeta),
Edilberto Ferrer (tres), José Desiderio González (guitarra),
Marcos Sotolongo (bongó), Rubén P. Matamoros (tumbadoras)
y Nicolás Nueva (contrabajo). En esta ocasión, la
gira además incluye a la pareja de baile Sensación
Habana, integrada por Yinneris Mustelier y Octavio Chamizo, que
hicieron un gran despliegue de elegancia y cubanía a la hora
de bailar el son, con una variedad de tornillos cubanos, caídas
en verdad impresionantes y una gran frescura que arrancó
un aplauso tras otro a la platea.
Por desgracia el concierto no contó con una adecuada difusión,
y la sala no tenía mucho más de cien espectadores,
cuando en años anteriores fue necesario agregar sillas en
los pasillos de la platea para dar cabida al público. Aún
así, los artistas nos regalaron una hermosa velada, que incluyó
clásicos como “Lágrimas negras” y “La
mujer de Antonio” de Miguel Matamoros, “Honor a la mujeres”
de su nieto Emilio, para pasar luego a “Chan Chan” del
inmortal Compay Segundo. Tras el momento romántico del bolero
“Como fue”, y ante la invitación de Genaro Camacho,
los rosarinos Lorena Amurri y Tati Barbosa subieron al escenario
para bailar “Son de la loma”, con lo cual se bajó
el telón de la primera parte.
La segunda parte del concierto arrancó por “Pelota”,
tema que fue bailado por Yinneris y Octavio junto a Lorena y Tati,
con cambios de pareja y una rueda improvisada, el bolerazo “Dos
gardenias”, “La casa del son”, “Mi veneración”,
dedicado a la Virgen de la Caridad, patrona de Cuba, y “Marijuana”,
tema que Genaro presentó como una sátira que cada
cual debe interpretar, y que prestando atención a la letra
despierta más de una sonrisa y muestra que el son cubano
también puede darse el lujo de ser transgresor. Además,
y tras una breve explicación de Genaro acerca de la visita
que en la década del treinta hiciera Miguel Matamoros a la
Argentina, los músicos hicieron “El huerfanito”,
único tango-son que escribiera al gran autor santiaguero.
Por último, “El cuarto de Tula” sirvió
como fondo musical para presentar a todo el elenco, e invitar al
escenario a dos de los productores locales de la gira, Kike Olszanowski
y Mónica Santaballa (Gabriel Montilla se quedó en
Buenos Aires), junto a Tati Barbosa y su gente, para despedir bailando
la velada. Pero como el público seguía aplaudiendo
y pidiendo otra, el telón volvió a abrirse y el septeto
nos brindó su versión de “Guantanamera”,
invitando a Diego Acosta (músico cubano residente en Rosario)
que los acompañó en guitarra.
El “after”
La noche desde luego no se terminó con el concierto, y todo
el elenco, acompañado por algunos de los presentes, nos fuimos
a cenar a El Cubanaso, en Av. Pellegrini al 2600, donde Juan Cristóbal
Roldán y su gente habilitaron un pequeño sonido para
que los músicos hicieran lo suyo y Genaro le diera rienda
suelta a su poderosa garganta, en tanto Nicolás Nueva nos
divirtió a todos con su buen humor, improvisando algunos
versos en un muy apasionado tiempo de bolero.
Por su parte el director musical del septeto, Emilio P. Matamoros,
respondió amablemente a nuestras siempre curiosas preguntas:
El repertorio que estuvimos escuchando en el concierto
de hoy abarcó temas viejos y también del último
disco, ¿qué podrías contarnos?
Fue una recopilación de todo el trabajo que hemos hecho
en estos 10 años de fundación del grupo. Estamos rescatando
alguna música inédita de Matamoros, música
poco conocida, música mía y de otros autores, es el
trabajo que traemos aquí a la Argentina este año.
Es lo de siempre con un poquito de algo nuevo.
Hicieron un par de temas tuyos también.
Sí, temas míos como “Honor a las mujeres”
y “La casa del son”, que son dos temas incluidos en
el último disco de nosotros “Ya llegó Matamoros”,
aquí en la Argentina, licenciados por la disquera Aqua Records.
¿Esta es la cuarta vez que están de gira
por el país?
Exactamente, es la cuarta vez y pienso que serán muchas
más. La Argentina siempre nos acoge con tremendo calor y
tremendo júbilo por la música que hacemos, y por el
calor que trasmitimos desde Cuba.
¿Por qué será que al público
argentino le gusta tanto el son cubano?
Hay un hecho histórico, que viene desde el Che, desde mi
abuelo Miguel Matamoros, que también estuvo aquí,
y por la simpatía que hay entre los pueblos de Cuba y Argentina.
Ese es el motivo de esa fusión de músicas que tenemos,
en Cuba gusta el tango y aquí gusta el son, porque son músicas
que salieron del pueblo, son sonidos muy auténticos de cada
país, por eso es que nos gusta.
En el caso del tango con la habanera también hay
una cierta relación musical, ¿no?
Sí, el tango con la habanera sí.
Y ustedes cantaron justamente un tango que es de don Miguel
Matamoros, ¿cómo es la historia de este tema?
El tango de don Miguel Matamoros, “El huerfanito”,
se originó en los años treinta, el 38 exactamente,
cuando él hizo una gira por toda Argentina. Entonces estaban
muy de moda Carlos Gardel y toda una generación de tangueros,
y él como siempre para no quedarse atrás, hizo un
tango aquí, lo escribió y lo musicalizó, y
sé que fue grabado en un disco de poca duración para
RCA Víctor. Este trabajo se conoce poco en Cuba, no está
registrado incluso en el derecho de autor cubano, pero sí
figura en el derecho de autor internacional, aunque en Cuba está
como inédito. Yo un poco que haciendo una investigación,
al descubrir esto, lo llevé al repertorio.
Para terminar y tratar de entender un poco más,
el son cubano tiene muchas variantes y diferentes formas de tocarlo,
¿no?
Primeramente hay muchos grupos, y hay muchas modalidades de son,
empezando de oriente a occidente. En Baracoa tenemos el nengón,
en Santiago el son oriental, en Guantánamo tenemos el changüí,
para la parte central el son espirituano, y para la parte occidental
tenemos el son montuno que es el son habanero, y tenemos el sucu-sucu
en Pinar del Río y la isla De la Juventud. Todo es son, pero
como el son es del pueblo, por la estructura de cada provincia y
el quehacer de la gente, se hizo una fusión entre lo africano
y lo español, y según las posibilidades de instrumento
que tenía cada cuál en esa época se fue interpretando.
Por ejemplo en la isla de Pinar del Río se toca con un machete,
en Guantánamo son dos tamborcitos y un guayito, en Santiago
eran dos barrilitos de aceituna con cuerito. Por eso fue cogiendo
diferentes sonoridades y bueno, se ha quedado hasta la fecha.
Todavía hay más
Quienes estuvimos presentes en la sala Lavardén quedamos
muy satisfechos de formar parte de una noche tan cubana, pero aquellos
que se lo perdieron no deben desesperar, porque el 16 de diciembre
el espectáculo volverá a la ciudad, esta vez en el
escenario de Mamá Salsa, y además Tati Barbosa organizará
en los días previos un taller de bailes cubanos a cargo de
Sensación Habana, con lo cual sólo queda prepararse
para seguir el guateque.
Diciembre
2007
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